Y la ciudad, ahora, es como un piano
De mis humillaciones y fracasos;
Desde esa puerta he visto los ocasos
Y ante ese marmol he aguardado en vano.
Aquf el incierto ayer y el hoy distinto
Me han deparado los comunes casos
De toda suerte humana; aquf mis pasos
Urden su incalculable laberinto.
Aquf la tarde cenicienta espera
El fruto que le debe la mahana;
Aquf mi sombra en la no menos vana
Sombra final se perdera, ligera.
No nos une el amor sino el espanto;
Sera por eso que la quiero tanto.